Historia de la Astronomia


La Astronomía nació casi al mismo tiempo que la humanidad. Los hombres primitivos ya se maravillaron con el espectáculo que ofrecía el firmamento y los fenómenos que allí se presentaban. Ante la imposibilidad de encontrarles una explicación, estos se asociaron con la magia, buscando en el cielo la razón y la causa de los fenómenos sucedidos en la Tierra. Esto, junto con la superstición y el poder que daba el saber leer los destinos en las estrellas dominarían las creencias humanas por muchos siglos.

Muchos años de observación sentaron las bases científicas de la Astronomía con explicaciones más aproximadas sobre el universo. Sin embargo, las creencias geocentristas apoyadas por los grupos religiosos y políticos impusieron durante muchos siglos un sistema erróneo, impidiendo además el análisis y estudio de otras teorías.

 

La aparición de cometas, la ocurrencia de eclipses tanto lunares como solares, deben seguramente haber puesto a reflexionar a nuestros antepasados, dando origen a la creación de distintas CONCEPCIONES COSMOLÓGICAS EN LA ANTIGÜEDAD. Muy probablemente, en dicha época estos acontecimientos fueron atribuidos a fuerzas desconocidas. Sin embargo, la reflexión sobre estos fenómenos le ayudaron a mejorar su capacidad de abstracción, lo cual fue indispensable para el desarrollo de las matemáticas.
Nuestros antepasados no contaban con los conocimientos que tenemos hoy en día sobre la ciencia. De hecho lo que pobremente el ser humano a logrado alcanzar, es en buena medida el resultado de su esfuerzo. Mucho de lo que hoy sabemos se lo debemos a culturas que brillaron hace miles de años. Al estudiar la historia de la Astronomía, en cierta forma nos unimos a ellos en esta incesante búsqueda del orden (kosmos) de la naturaleza, porque compartimos rasgos que posiblemente sólo el ser humano posee en este planeta: inteligencia, curiosidad y amor por la verdad. Ciertamente hay cosas que desafortunadamente hemos ido perdiendo. Nuestros antepasados disfrutaron del maravilloso espectáculo del cielo nocturno. Pero en nuestros días, las luces de las grandes ciudades y otras formas de contaminación han convertido al cielo urbano en algo lamentable. A pesar de esto, aún podemos disfrutar del espectáculo de la Vía Láctea así como de muchas otras maravillas del cosmos, con tan solo alejarnos un poco de las luces de las ciudades. De esta manera podemos darnos una idea de lo que para nuestros ancestros significaba el cielo nocturno.

La historia de la astronomía es el relato de las observaciones, descubrimientos y conocimientos adquiridos a lo largo de la historia en materia astronómica. La astronomía surge desde que nace la humanidad debido a que el ser humano siempre tuvo curiosidad por los astros Desde tiempos inmemorables se ha interesado en los mismos, estos han mostrado ciclos constantes e inmutabilidad durante el corto periodo de la vida del ser humano lo que fue una herramienta útil para determinar los periodos de abundancia para la caza y la recolección o de aquellos como el invierno en que se requería de una preparación para sobrevivir a los cambios climáticos adversos.
La práctica de estas observaciones es tan cierta y universal que se han encontrado a lo largo y ancho del planeta en todas aquellas partes en donde ha habitado el hombre. Se deduce entonces que la astronomía es probablemente una de los oficios más antiguos, manifestándose en todas las culturas humanas.

La inmutabilidad del cielo, está alterada por cambios reales que el hombre en sus observaciones y conocimiento primitivo no podía explicar, de allí nació la idea de que en el firmamento habitaban poderosos seres que influían en los destinos de las comunidades y que poseían comportamientos humanos y por tanto requerían de adoración para recibir sus favores o al menos evitar o mitigar sus castigos. Este componente religioso estuvo estrechamente relacionado al estudio de los astros durante siglos hasta cuando los avances científicos y tecnológicos fueron aclarando mucho de los fenómenos en un principio no entendidos. Esta separación no ocurrió pacíficamente y muchos de los antiguos astrónomos fueron perseguidos y juzgados al proponer una nueva organización del universo. Actualmente estos factores religiosos sobreviven en la vida moderna como supersticiones.


Alguien dijo que la historia de una ciencia es tan importante como la ciencia misma. En este espíritu, emprendamos un paseo por el tiempo, para descubrir y hacer homenaje a verdaderos gigantes del pensamiento humano que ladrillo por ladrillo, fueron construyendo desde los albores de la civilización, las ideas que conforman los cimientos de lo que es hoy en día el gran edificio de la ciencia. Durante este recorrido veremos que ha habido épocas luminosas y otras que no lo fueron tanto. Ha habido muchos altibajos y grandes hombres y culturas enteras se han equivocado muchas veces, pero eventualmente la nube de polvo y humo es removida y entonces se percibe la salud y vigor del edificio de la ciencia.

Hoy, la evolución y difusión de las teorías científicas han llevado a la definitiva separación entre la superstición (astrología) y la ciencia (Astronomía). Esta evolución no ha ocurrido pacíficamente, muchos de los primeros astrónomos "científicos" fueron perseguidos y juzgados.


Astronomía antigua

Uno de los primeros en realizar un trabajo astronómico-científico fue Aristarco de Samos (310–230 a. C.) quien calculó las distancias que separan a la Tierra de la Luna y del Sol, y además propuso un modelo heliocéntrico del Sistema Solar en el que, como su nombre lo indica, el Sol es el centro del universo, y alrededor del cual giran todos los otros astros, incluyendo la Tierra. Este modelo, imperfecto en su momento, pero que hoy sabemos se acerca mucho a lo que hoy consideramos como correcto, no fue acogido debido a que chocaba con las observaciones cotidianas y la percepción de la Tierra como centro de la creación. Este modelo heliocéntrico está descripto en la obra el Arenario de Arquímedes (287–212 a. C.).
El modelo geocéntrico fue una idea original de Eudoxo de Cnido (390–337 a. C.) y años después recibió el apoyo decidido de Aristóteles y su escuela. Este modelo, sin embargo, no explicaba algunos fenómenos observados, el más importante de ellos era el comportamiento diferente del movimiento de algunos astros cuando se comparaba éste con el observado para la mayoría de las estrellas. Estas parecen siempre moverse todas en conjunto, con la misma rapidez angular, lo que hace que, al moverse, mantengan 'fijas' sus posiciones unas respecto de las otras. Por esta razón se les conoció siempre como «estrellas fijas». Sin embargo, ciertos astros visibles en el firmamento nocturno, si bien se movían en conjunto con las estrellas, parecían hacerlo con menor velocidad (movimiento directo). De hecho, se observan retrasarse todos los días un poco respecto de ellas; pero, además, y sólo en ciertas ocasiones, parecen detener el retraso e invertir su movimiento respecto de las estrellas 'fijas' (movimiento retrógrado), para luego detenerse nuevamente, y volver a retomar el sentido del movimiento de ellas, pero siempre con un pequeño retraso diario (movimiento directo). Debido a estos cambios aparentemente irregulares en su movimiento a través de las estrellas 'fijas,' a estos astros se les denominó estrellas 'errantes' o estrellas 'planetas,' para diferenciarlas de las otras.

Fue Ptolomeo quien se dio a la tarea de buscar una solución para que el sistema geocéntrico pudiera ser compatible con todas estas observaciones.

 Sistema ptolemaico. 

Epiciclos de Ptolomeo.
En el sistema ptolemaico la tierra es el centro del universo y la luna, el sol, los planetas y las estrellas fijas se encuentran en esferas de cristal girando alrededor de ella; para explicar el movimiento diferente de los planetas ideó un particular sistema en el cual la Tierra no estaba en el centro exacto y los planetas giraban en un epiciclo alrededor de un punto ubicado en la circunferencia de su órbita o esfera principal (conocida como 'Deferente').

Los epiciclos habían sido una idea original de Apolonio de Pérgamo (262–190 a. C.) y mejorada por Hiparco de Nicea (190–120 a. C.). Como el planeta gira alrededor de su epiciclo mientras el centro de éste se mueve simultáneamente sobre la esfera de su deferente, se logra, por la combinación de ambos movimientos, que el planeta se mueva en el sentido de las estrellas 'fijas' (aunque con cierto pequeño retraso diario) y que, en ocasiones, revierta este movimiento (de retraso) y parezca (por cierto período de tiempo) adelantarse a las estrellas fijas, y con esto se logra explicar el movimiento retrógrado de los planetas, respecto de las estrellas (ver figura a la derecha). El esquema ptolemaico, con todo y sus complicados epiciclos y deferentes, fue aceptado por muchos siglos por variadas razones pero, principalmente, por darle a la raza humana una supremacía y un lugar privilegiado o 'central' en el universo.
Otros estudios importantes durante esta época fueron: la determinación del tamaño de la Tierra; la composición de la tierra, la compilación del primer catálogo estelar; el desarrollo de un sistema de clasificación de las magnitudes de los brillos estelares basado en la luminosidad aparente de las diferentes estrellas; la determinación del ciclo de Saros para la predicción de los eclipses solares y lunares, entre muchos otros

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