Nuevos descubrimientos

Descubre un exoplaneta similar a la tierra

Kepler 78b es un exoplaneta ubicado a unos 400 años luz de la Tierra que tiene una masa y una densidad similar a nuestro planeta, algo que lo transforma en el más parecido hallado hasta el momento, un logro si se considera que durante las últimas dos décadas se han detectado más de 1.000.
A partir de los datos recogidos por el telescopio espacial Kepler, científicos determinaron que el planeta fuera de nuestro Sistema Solar tiene aproximadamente 1,2 veces el tamaño de la Tierra, algo que lo transforma en uno de los exoplanetas más  pequeños jamás medido.
Además, al analizar el movimiento de su estrella, los científicos determinaron que el exoplaneta tiene 1,7 veces la masa de la Tierra. A partir de las mismas medidas, calcularon que la densidad del planeta es de 5,3 gramos por centímetro cúbico, por lo que se parece mucho a la densidad de la Tierra que tiene 5,5 gramos por centímetro cúbico.
En otra de las coincidencias, el pequeño planeta rocoso está compuesto principalmente de roca y hierro, igual que nuestro planeta.
Sin embargo, y según dos estudios publicados esta semana en la revista Nature, el planeta rocoso que orbita una estrella muy similar al Sol (llamada Kepler 78) tiene un período orbital extremadamente breve: gira alrededor de su estrella en sólo 8,5 horas, extremadamente rápido si se compara con la Tierra, que se demora 365 días. 
Además, debido a la extrema cercanía con su estrella, sus temperaturas son muy altas para sustentar la vida.
"Es parecido a la Tierra en el sentido de que tiene el mismo tamaño y masa, pero por supuesto que es muy diferente a la Tierra, ya que tiene por lo menos 2.000 grados más", señala Josh Winn, profesor asociado de física en el MIT y miembro del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial.

Sistema estelar binario con dos planetas en orbita

A 4.900 años luz de la Tierra, en la constelación del Cisne, el telescopio en órbita Kepler, de la NASA, especializado en la búsqueda de planetas extrasolares, ha descubierto un peculiar sistema planetario formado por dos planetas que están en órbita de dos estrellas. Se conocía ya un sistema estelar binario con un planeta girando a su alrededor, pero no una formación con dos de ellos, como es el caso del sistema bautizado Kepler-47.
Uno de los astros de este sistema doble tiene el tamaño del Sol, pero su brillo es solo de 84%, mientras que el otro astro es diminuto, explica la NASA en un comunicado, con un tercio del tamaño del Sol y menos del 1% de su brillo. En cuanto a los planetas, el interior, denominado Kepler 47-b da una vuelta completa en torno a las dos estrellas en menos de 50 días y el otro, Kepler-47c, en 303 días. Eso lo sitúa en la denominada zona de habitabilidad, que define una región en la que podría haber agua en estado líquido. Pero este planeta no sería apto para albergar vida, dicen los expertos, porque debe ser un gigante gaseoso, ligeramente más grande que nuestro Neptuno.

El sistema binario con dos planetas a su alrededor da respuesta a la incógnita que tenían los astrónomos acerca de si sería posible la existencia de un conjunto así. Pero el descubrimiento también abre nuevas incógnitas: “Es muy difícil que se formen según el paradigma actual y creo que los teóricos, incluido yo mismo, tendremos que volver a la mesa de diseño para intentar mejorar nuestras comprensión de como se construyen los planetas en discos polvorientos en sistemas binarios”, ha dicho Greg Laughlin, astrofísico de la Universidad de California en Santa Cruz.

Siete planetas de la Vía Láctea que podrían albergar vida

En la Vía Láctea existen siete planetas localizados hasta ahora que podrían albergar vida, de acuerdo al Catálogo de Exoplanetas Habitables (PHL, en inglés) de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo.

Los expertos indicaron que “se han superado las expectativas en la búsqueda de nuevas tierras”. Esto tras la adición de cinco planetas a la categoría de habitables en comparación con el año pasado.



De acuerdo al diario ABC.es. los planetas seleccionados son bastante más grande que la Tierra, conocidos como supertierras, potencialmente podrían albergar vida, sin embargo, hasta ahora no se ha localizado ningún planeta análogo a la Tierra.
Las supertierras que podrían de habitables, de acuerdo a su fecha de descubrimiento, son Gliese 581g, Gliese 581d, 85512b HD, Kepler22b, Gliese 667Cc, Gliese 163cy HD 40307g.
Este proyecto es el resultado de la basta información de exoplanetas con condiciones para sustentar vida en el transcurso del tiempo, “decidimos crear una catálogo para saber cuántos planetas nuevos había de verdad, explicó Abel Méndez, autor principal del trabajo.
La mejora en las técnicas que buscan planetas fuera del Sistema Solar han permitido que la localización de estos objetos cósmicos vaya en aumento, tal es el caso del instrumento HARPS localizado en Chile.

Objetos perforan anillo de Saturno

   Científicos que trabajan con imágenes de la nave espacial Cassini de la NASA han descubierto extraños objetos de unos 800 metros de diámetro perforando uno de los anillos de Saturno y dejando rastros brillantes detrás de ellos. Los resultados serán presentados en la reunión de la Unión Europea de Geociencias en Viena, Austria.

 

   El fenómeno se produce en el exterior de uno de los anillos principales de Saturno, llamado el anillo F, que tiene una circunferencia de 881.000 kilómetros. Los científicos han llamando a estos objetos 'minijets' (minichorros) y, estudiando 20.000 imágenes de esta zona, encontraron 500 ejemplos de este fenómeno a lo largo de los 7 años de permanencia de Cassini en torno a Saturno.
   "Más allá de mostrarnos la extraña belleza del anillo F, los estudios de la Cassini nos ayudan a comprender la actividad que se produce cuando los sistemas solares evolucionan a partir de discos de polvo que son similares, pero, obviamente, mucho más grandes que el disco que vemos alrededor de Saturno , "dijo Linda Spilker, científica del proyecto Cassini en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) en Pasadena, California

   Los astrónomos han sabido de objetos relativamente grandes que pueden crear canales, ondas y bolas de material helado en el anillo F. Sin embargo, no saben qué pasa con estas bolas después de haber sido creadas. Algunas son destruidas por las colisiones y las fuerzas de marea en su órbita alrededor de Saturno. Ahora los científicos tienen pruebas de que algunas de las más pequeñas sobrevivieron, y sus órbitas diferentes significan que van moviéndose a través del anillo F por su cuenta.
 

   "Creo que el anillo F es el más raro de anillos de Saturno, y este último resultado de la Cassini va a mostrar cómo el anillo F es aún más dinámico de lo que pensábamos", dijo Carl Murray, miembro del equipo de imágenes de Cassini con sede en la Universidad Queen Mary de Londres, Reino Unido. "Estos resultados nos muestran que la región del anillo F es como un zoo animado de objetos que oscilan de un tamaño de 0,8 kilómetros a lunas como Prometeo, de 160 kilómetros".
   Estos pequeños objetos parecen chocar con el anillo F a velocidades de alrededor de 2 metros por segundo. Las colisiones arrastran partículas de hielo brillantes fuera del anillo F, dejando un rastro de 40 a 180 kilómetros de largo.
   En algunos casos, los objetos viajaron en paquetes, creando unos exóticos minichorros en forma de púas de un arpón. Otras nuevas imágenes muestran vistas magníficas del anillo F completo y los remolinos de los diferentes tipos de objetos que se mueven a través y alrededor del mismo.
   Los anillos de Saturno están compuestos principalmente por hielo de agua. Los trozos de hielo que forman los anillos principale se encuentran a 140.000 kilómetros del centro de Saturno. Los científicos creen que el grosor de los anillos, en promedio, es de aproximadamente 10 metros.

Radiación de Marte es tolerable para los humamos

El vehículo explorador Curiosity demostró que los niveles de radiación marciana no son letales para los seres humanos, como se creía con anteriores mediciones, pero sí detectó el peligro de este fenómeno durante el viaje hacia el "planeta rojo".
“Los astronautas pueden vivir en ese ambiente”, sostuvo Don Hassler, investigador principal del detector de radiación del robot Curiosity en una conferencia de prensa.


Sin embargo, alertó sobre la radiación total que un astronauta absorbería durante los ocho a nueve meses que toma llegar a Marte, y los ocho a nueve meses de regreso, sin mencionar el tiempo que uno permanezca  sobre la superficie de ese planeta.
Hassler manifestó desde que el Curiosity llegó el 6 de agosto a ese planeta, el vehículo no ha registrado ninguna erupción solar ni algún fenómeno de partículas solares.
“Estamos viendo que la atmósfera de Marte actúa como un escudo para la radiación en la superficie”, precisó el investigador. “Y mediante se engrosa la atmósfera, hay más acción de protección, y por tanto vemos más de una caída en la dosis de radiación”.
Indicó que con el tiempo, los investigadores tendrán todas las cifras de radiación para crear una mejor evaluación de exactamente cuánta radiación una persona experimentaría durante un viaje a Marte y la posible habitabilidad sobre ese planeta.

Hallan agua en el Planeta Rojo

Poco ha tenido que rascar el Curiosity para encontrar agua en Marte La primera muestra de terreno marciano que el Rover de la NASA ha analizado en el sofisticado laboratorio que porta en su interior demuestra que el suelo por el que rueda contiene un porcentaje de agua considerable. Está ahí mismo, en la superficie, y no hace falta profundizar más para dar con ella, lo que podría ser muy útil para futuros exploradores humanos. El hallazgo aparece descrito en uno de los tres informes que se publican esta semana en la revista Science y que describen con todo detalle las muestras tomadas durante cien días por los instrumentos de alta tecnología del vehículo explorador. Es la información más completa jamás obtenida de la superficie marciana.


Ya no queda agua actualmente en ese lugar, pero las pruebas de perforación y análisis 
químicos realizados por el explorador en rocas sólidas sugieren que hubo condiciones para que hubiera vida microbiana en ese lago hace 3 mil 600 millones de años aproximadamente.
Las rocas analizadas en la misión, en la que participa el científico mexicano Rafael Navarro, contienen restos de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y azufre, y “proporcionan condiciones ideales para una vida microbiana básica”, indicaron los científicos en un estudio en la revista Science.


Anillo de antimateria rodea la Tierra

Un grupo de investigadores italianos ha encontrado pruebas, por primera vez, de la existencia de un "cinturón de antimateria" alrededor de la Tierra. Se trata de una fina banda de antiprotones (las antipartículas de los protones) que se oculta en la magnetosfera terrestre. El espectacular hallazgo se publica en Astrophysical Journal Letters.

 

La antimateria se originó en el Big Bang al mismo tiempo que la materia ordinaria, de la que difiere únicamente por su carga eléctrica. Cuando una partícula de materia ordinaria se encuentra con su "antipartícula" (por ejemplo un protón y un antiprotón), ambas se aniquilan mutuamente en una pequeña explosión de energía. Se cree que durante el Big Bang se creó la misma cantidad de materia que de antimateria, pero en la actualidad sólo vemos materia a nuestro alrededor. ¿Dónde está, pues, toda la antimateria original?
Existen varios intentos de explicación a este misterio. Según algunos, en el origen del Universo se habría producido una rotura de la simetría y se habría creado un poco más de materia ordinaria que de antimateria. Lo que vemos hoy, según esta teoría, sería la materia "que sobró" después de que materia y antimateria se aniquilaran entre sí. Otros, sin embargo, creen que la antimateria original está aún "ahí fuera" sin que hasta ahora hayamos podido detectarla. Podría haber galaxias enteras hechas de antimateria sin que nos demos cuenta de ello.

Partículas de antimateria ( o antipartículas) se han creado en los laboratorios de física en numerosas ocasiones, pero hasta ahora sólo ha habido éxitos parciales a la hora de detectarla en el espacio a nuestro alrededor. Por eso el hallazgo de un cinturón de antimateria alrededor de nuestro propio mundo resulta tan importante.

Según los investigadores, el anillo de antimateria se esconde, como si fuera uno más, entre los cinturones de Van Allen, las bandas magnéticas que rodean nuestro planeta y que lo protegen de la radiación atrapando las partículas cargadas procedentes del Sol. Sólo que en ese anillo en particular, en lugar de partículas "normales" hay un gran número de antipartículas, esto es, de antimateria.

Los antiprotones fueron descubiertos utilizando el satélite Pamela (Payload for Antimatter Matter Exploration and Light-nuclei Astrophysics), un ingenio lanzado en 2006 con el único objetivo de estudiar a fondo la naturaleza de las partículas de alta energía procedentes del Sol y también las que nos llegan, en forma de rayos cósmicos, de más allá de las fronteras del Sistema Solar.

Cuando los rayos cósmicos golpean la atmósfera terrestre se descomponen creando auténticas lluvias de partículas. Tanto las partículas originales procedentes del Sol o del espacio esterior como estos chorros de "partículas hijas" son capturadas por los cinturones de Van Allen, formando anillos o cinturones en los lugares donde son atrapadas por el campo magnético terrestre.

Entre los objetivos de Pamela está, también, buscar alguna partícula de antimateria entre esta auténtica multitud de partículas Ordinarias capturadas, normalmente protones o núcleos de átomos de helio. El nuevo análisis llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bari muestra que, cuando Pamela pasa a través de una región llamada "la Anomalía del Atlántico Sur" (una depresión en el campo magnético que lleva a los cinturones de Van Allen a apenas unos cientos de km. de la Tierra), se encuentra con una tasa de antiprotones que es miles de veces superior a la que se podría esperar de la descomposición natural de las partículas.

Los investigadores están convencidos de que se trata de una prueba irrefutable de que existen "cinturones de antipartículas" análogos a los cinturones de Van Allen, capaces de sobrevivir por lo menos hasta el momento en que se aniquilan al encontrarse con la materia ordinaria de la atmósfera. En palabras de Alessandro Bruno, coautor del estudio, el cinturón es "la mayor fuente de antiprotones que existe cerca de la Tierra".


Bruno asegura también que estos anillos de antipartículas podrían constituir una fuente inagotable de combustible para futuras misiones espaciales. Una idea que ya ha sido acariciada por el Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA en un reciente informe.

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